Hoy en día, la tecnología está presente en cualquier ámbito de nuestra vida. Por esto, no es extraño pensar en que puede influir también en la forma en la que aprendemos y enseñamos un idioma.
Personalmente, creo que existe un amplio abanico en la enseñanza de idiomas a través de la tecnología. Disponemos de cursos en línea, difusión de contenidos en las redes sociales, aplicaciones en el móvil, etc. Pienso que cada vez más gente utiliza estos medios para iniciarse en un idioma nuevo o, simplemente, para mantener y practicar el nivel de una segunda lengua previamente estudiada.
Desde el punto de vista docente, considero que existen gran variedad de opciones para incluir la tecnología en el aula, desde las presentaciones interactivas, los Kahoots y hasta la creación de un blog para la clase. Últimamente, he observado cambios en los cursos de idiomas en línea, donde los profesores incluyen elementos para gamificar la clase, pudiendo presentar los contenidos de forma más amena.
En mi experiencia, intento incluir recursos tecnológicos en mis clases, siempre pensando en las necesidades de los estudiantes y en mi propia habilidad para explotar estos recursos. No obstante, no siempre es fácil hacerlo, pero coincido con otros profesores en que la inclusión de la tecnología en las clases promueve una mejora de los resultados académicos de los alumnos y en su mayor implicación y motivación con el aprendizaje de la segunda lengua.
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